El conformismo es una de las causas de la pobreza. El cambio crea prosperidad.
Por lo tanto, el conformismo se incrementa por el temor al cambio y a lo desconocido. Dice un dicho, que al único que le gusta el cambio es a un bebé que tiene el pañal mojado.
El día que queramos podemos decidir prepararnos para cambiar de profesión y trabajo, y buscar una vida mejor para nuestra familia. No lo hacemos porque el cambio crea nerviosismo e inseguridad. Otros tienen miedo de comenzar algo nuevo, por el temor al fracaso. Nos conformamos con nuestra situación actual y al hacerlo estamos condenando a nuestros seres queridos, a la vida que nosotros mismos, detestamos.
Nosotros creamos las circunstancias con nuestras decisiones, con nuestras disciplinas diarias. Por ejemplo, si hoy día no aprendemos algo, no es el fin del mundo, no sentimos la diferencia. Pero si sumamos los días, meses y años sin habernos preparado, se convierte en una tragedia.
Hoy podemos empezar nuestra carrera hacia una vida mejor. Pero también podemos no empezar nunca, quejarnos y culpar al sistema y a las circunstancias por nuestra mala fortuna, llegar a viejos y sentir la impotencia de no poder ayudar a nuestros hijos y, todavía encima, ser una carga para ellos. Cuando lleguemos a viejos, nos haremos pesar por nuestros equívocos, pero más nos haremos pesar: Por lo que no hicimos.
Por supuesto nunca es tarde para empezar, porque no importa cuan lejos hemos avanzado en el camino equivocado, hay que darse vuelta de inmediato.
Si no estamos contentos con nuestra vida, cambiemos. Nosotros tenemos la capacidad de cambiar nuestra vida cuando lo decidamos, porque no somos plantas.